El 'postureo' de la alta esfera

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Siempre se juega con lo mismo. Un tipo aparece. Otro entra en escena. Presenta al otro. Este habla durante una hora sobre algo a lo que nadie le interesa, y, de repente, aparecen todos a saludarle, a alabarle, a hacerle ver que ha hecho una labor impresionante. Yo me levanto, me giro, lo miro, como no soy importante, pues con 19 años nadie lo es a menos que seas 'hijo de', me aparto. 

Así se vive en la vida de las altas esferas. Te arreglas cada día como si fuera el último, para parecer que eres lo que no eres. Atraviesas aquellas esferas del ridículo que comentaba Goffman. Todos somos actores en este mundo donde los roles de cada cual están más que definidos. No importa lo que hayas podido hacer durante esa hora que te han presentado y donde has podido lucirte, ya eres grande por el currículum de 18 páginas (tal vez 17 y un contacto facilitado por la familia en algunos). 

Pero qué tiene que ver esto con la cuestión de la comunicación. Lo cierto es que bastante, debido a que en esta serie de grupos, se observan una serie de pautas que suelen repetirse en cada uno de los actos. Siempre los mismos patrones, siempre los mismos 'idiotas', como bien decía Garfinkel. 

Tratar al resto como inferiores 

Es muy simple. El resto solo es escoria. El resto de personas que componen el público normal y que no tiene una senda colección de títulos sobre X, tan solo viene a ser un invitado más, un punto desde el escenario en el que está colocado el venerado. Podemos establecer, así pues, tres categorías: 

- La primera es el auténtico dios que se ha subido al atril para predicar. Generalmente, sus palabras son vacías, no llevan nada, solo teoría y puro humo que va moviéndose de un lugar a otro, lanzando citas de personajes relevantes en la historia, que, a diferencia de él, probablemente no se pasearon con chófer. 

- La segunda es el público sublime. Aquellos que simbolizan algo que creen que simboliza algo, son un gran objeto de estudio. Realmente, es en este núcleo donde podríamos centrarnos a la hora de tratar a la burocracia y al postureo de la alta esfera. Suele ser un grupo cerrado, donde solo acceden aquellos con su mismo pensamiento y, generalmente, de su caché, y que discrimina al resto. Podríamos decir que es como un grupo de animadoras ficticio propio de las películas de adolescentes, pero con ropa de etiqueta en lugar de pompones. 

- Finalmente está el resto. Ese resto es el público. Pueden ser desde estudiantes hasta profesores que no se adentraron hacia lo más profundo de la alta esfera. Son un tipo de personas que suelen tener un nivel adquisitivo bajo, y que no poseen demasiadas relaciones. Sin embargo, su nivel intelectual puede ser superior, y debe serlo para confirmar la teoría que intentamos demostrar. Dado que no se centran en representar ese papel sin sentido en su obra teatral personal, pueden tener dedicar mayor tiempo a analizar la situación y valorar cuáles son los puntos débiles de los dioses predicadores del atril. 

En este caso podríamos diferenciar dos clases: Los que tienen la titulación de lo que se está comentando y los que son estudiantes de ella. 

Conflictos entre los tres puntos 

Básicamente, si jugamos con estos tres tipos de personas nos encontraremos con choques entre las formas de pensar que cada uno posee. Está bien claro que el tercer grupo se enfrenta al segundo, pero por la espalda, y prefiere tomar al primero como referencia. En cualquier caso, aunque parezca mentira, el primer grupo siempre vive en paz consigo mismo, al igual que el tercero, cosa que no sucede en el segundo. 

En efecto, el segundo grupo es uno de los más interesantes, y donde más postureo se acaba dando. Esto se debe a que su aspiración es alcanzar el primer grupo, y dejar de lado a toda la esfera. El problema es que la única forma de llegar a tocar ese techo es subiéndote con una escalera, bueno, mejor dicho, disculpen (olvido en ocasiones que hablamos de alta esfera), una escalera sujetada, de oro, y que otro nos regala. Y es que es el representante del atril el que nos termina subiendo a él, por ello en este grupo se da un choque de gran rivalidad que puede terminar con un enorme caos y con una representación vergonzosa del papel de cada uno. 

Se podría decir que el grupo dos es como Los Juegos del Hambre, aunque sin el problema principal sobre el que versa la película, pues al final comen todos juntos. 

Siempre hay excepciones 

La excepción confirma la norma. Siempre existe alguna que otra que nos ayuda a comprender que el mundo es cruel, que la vida es dura, y que todavía quedan seres humanos en el planeta. Están aquellos que pueden pertenecer a cualquiera de los dos primeros grupos y bajarse al tres para sentirse como uno más. Suelen preguntar, aprender, no aman el contacto personal, a menos que sea para enriquecerse como persona, es decir, sin buscar el peloteo ni nada parecido, sino llegar y cuestionar al poderoso, destrozarle a dudas. 

Es este prototipo el que el grupo tercero toma como ejemplo, y por lo tanto el que conecta con la mayoría. Al ser el que conecta con la mayoría es el más seguido, pero a causa no querer ascender en su escala (siempre que sea alguien del grupo dos), no progresa. 

Si rompes con ello, los que no pertenecen te admirarán 

El colofón máximo y final es cuando un componente del grupo tercero, y sobre todo dentro de la parte vulnerable de estudiantes, se entromete en las relaciones entre el grupo uno y el segundo. En ese momento, la excepción apoya su escalada como persona, y es entonces cuando se demuestra el tipo de persona que hay en la sala o en la reunión. 

Si al salir de esta el estudiante es venerado por el público y tomado como una referencia de conversación positiva, estaremos ante un grupo de seres humanos. Si ocurre lo contrario, podríamos decir que nos encontramos ante otro ejemplo más de aquello que ustedes bien conocen si se han sentido identificados con el escrito. 

Reflexiones finales 

Cada uno juega sus cartas en este mundo. Siempre es bueno distinguir que no es lo mismo un enchufe que unas buenas relaciones sociales, pero también hay que tener en cuenta la clase de persona con la que nos relacionemos. Solo las buenas personas podrán llevarnos al éxito, pues el resto deseará hundirnos para colocarse por encima de nosotros. 

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