'Bajo el paraguas no hace sol, llueve'
El Paraguas - María Bashkirtseff - 1883 - Óleo sobre lienzo - Museo Ruso de Málaga / Fuente: Archivo personal
Bajo el paraguas no
hace sol. Jamás hizo. Bajo el paraguas reluce la vida de aquellos que esconden
sus rostros con la tela rígida, esperando a que el no mojarse de la
transparente lluvia les resguarde del frío. Las sensaciones que alguien vive
bajo el paraguas son siempre duras, complicadas, pero mucho mejores que las que
existen sin él.
Las gotas se deslizan por las varillas de vez en cuando,
y te llenan los zapatos de algunas gotas. Es mejor que busques aquellos que
sean de cuero, para evitar que tu cuerpo se convierta en un granizo en cuestión
de segundos. Aquí, en Rusia, llueve. Aquí, en Oriente, las cosas no funcionan
de la misma forma que en el resto de países del mundo.
Los paraguas cubren a las personas de la misma forma en
una parte que en otra del globo, pero a los rusos los transforma. Vamos siempre
agachados, tapados, sin que nada ni nadie nos vea, pero dentro de nosotros
escondemos la belleza. Así lo plasmamos en nuestra literatura, en nuestras
esculturas, en nuestras pinturas. Así intentamos hacérselo saber al resto de
seres humanos.
Quizá esta sociedad me recuerda un poco a aquellas
apartadas del resto, que son enjuiciadas sin conocimiento, y no valoradas.
Nadie conoce que somos pioneros. Tal vez. Y es que aquí, en Rusia, las mujeres
somos importantes. Somos personas. Trabajamos como hombres, y nos envenenamos
lavando a mano con químicos la ropa para que las tropas puedan seguir
defendiéndonos de la nada. Aquí, somos parte de la sociedad, y encabezamos algo
por lo que pocos han luchado.
En cada momento en el que vemos pasar a alguien a nuestro
lado con un paraguas, pensamos en que es afortunado o afortunada. Tener algo que
te cubra la cabeza te beneficia en cierto sentido. Hay ciudadanos que no tienen
esa tela con hierros, que viven a la luz del día bajo la fina lluvia que les
congela sus dedos, y que, pese a ello, continúan siendo parte de nuestro
compromiso humano. Lo es la chica que vende arenques, como también lo son las
madres que buscan en las minas el oro que nunca tendrán porque está extinto.
Tener un paraguas en Rusia es símbolo de tener poder, de
ser algo superior. Yo, a mi corta edad, me siento orgullosa de poder tenerlo.
Al ver a las señoras pedir junto a mí, vender pescado y lavar la ropa con
veneno, me siento la mujer más afortunada del planeta. Y no me importa lo que
se diga de mí. Sé que algún día, esta imagen dirá algo más que simples palabras.
Dirá
lo que somos, lo que fuimos, y lo que seremos. Mujeres bajo paraguas, pero no
para esconderse, sino solo para cubrirse de todo lo que encima nuestra ha
llovido, llueve y lloverá en la historia. Bajo el paraguas para seguir adelante caminando, sin empaparnos en exceso.
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