El frontal que guía nuestras vidas

El frontal que guía mi vida - Fotografía propia

Qué hostias me iba a imaginar yo que podría terminar corriendo solo. Ni un alma. Nada venía conmigo. Creo que ni un maldito tipo era capaz de alcanzarme, o quizá es que me habían dejado muy atrás los pros. Era Valentí Sanjuan subiendo una cuesta en invierno. Me sentía como un auténtico dios, y simplemente estaba corriendo por el campo. Cuesta creer que la vida nos regale tanto con tan poco, que nos muestre la cara más bonita del mundo con un simple camino, con un simple sendero. En la tercera edición de la carrera organizada por una de las asociaciones que más y mejor lucha contra el Cáncer, así fue. 

Jamás había corrido en la noche, con una oscuridad máxima. Ni siquiera me había atrevido a pensar lo que sería poder hacerlo. De golpe y porrazo me llegó una recomendación de inscripción, y volé hacia esa carrera. Tuve miedo, como cualquiera, pero también tuve la convicción de que aquello que iba a vivir me cambiaría la vida. 

Quizá no se pueda expresar con palabras lo que llegué a sentir, lo que llegué a experimentar en uno de los momentos que más amor personal he podido reflexionar durante los 19 años de recorrido por este sendero de la vida. Recordé a todos y cada uno de los participantes de las carreras nocturnas, y me puse en su piel, en la del guerrero que jamás para, que lucha con constancia, y que, pese a que no vea un carajo, continúa. 

Donde miraba con mi frontal era donde veía. Si agachabas la cabeza para echar un ojo al reloj, allá que una piedra podía dejarte sin recorrido ni celebración con los compañeros. Si te descuidabas y no estabas atento a las luces que detrás tuya venían, probablemente la moto de montaña de la televisión te atropellaría (sí, no la escuchaba porque llevaba cascos, algo que no se debería hacer en montaña). Si dejabas de estar atento, te pegabas una leche de tres pares de huevos. 

Un poco, esto es la vida. 

La vida es como esta carrera de montaña, esta en la que miras al frente, tú te alumbras y sigues tu camino. Si te desvías para mirar hacia otro lado, para buscar algo que otros te dicen que será mejor, te caerás. La vida es seguir lo que te ilusiona, sin perder de vista las piedras del camino, las cuales nos iremos acostumbrando a sortear conforme nos vayamos haciendo más y más fuertes. La vida es maravillosa, siempre y cuando apuntemos con nuestro frontal hacia donde tenemos que hacerlo. 

Al fin y al cabo, y menos mal, en la vida siempre queda una bajada, una de esas que nos hacen quedarnos al borde de salir rodando cuesta abajo. Y esta, como en la carrera, ya está alumbrada, ya está llena de personas. Todos te animarán. Porque ya no necesitarás ese frontal. Te alumbrará el resto con el suyo mientras buscan, como tú encontraste, el buen camino. 

Nota: Quiero agradecer el trabajo realizado por la asociación Un Sí por la Vida, la cual ha demostrado un orden espectacular a la hora de realizar el evento y sigue cada día peleando por vencer a ese endeble tan temido. Sin vosotros, el progreso que se realiza jamás sería posible. 

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