Relato Número 16: ''Amor, lente y ojo''


La lente y su tecnología de fondo

''A través de la lente veía el ojo, creando una armonía entre ambas inseparable. Haciendo de ellos un uno, haciendo de ambos el conjunto de la visión, la unión, el abrazo de los amados, la mezcla de los enamorados. Así vivían lente y ojo, unidos en cada momento, exceptuando el instante de la noche, cuando se separaban para reunirse cuanto antes, porque si no el uno no compenetraba al otro. El ojo no vería, y la lente no se sentiría usada. Porque lo que el ojo no ve es porque la lente no está, porque uno no se ha acordado del otro, y no porque no lo hayan deseado, sino porque el ojo no encuentra a la lente.

Cuando el ojo no encuentra a su pareja se siente solo, se siente perdido, ciego, sin apenas sentimiento, esperando que podrá encontrarla luego. Tal vez cuando dé por alguna circunstancia con ella, se tope sin querer, porque deseará verla, ver a través de ella las luces y los colores de este mundo. Sin lente no hay ojo que disfrute de la vida, de la claridad. Sin lente solo hay oscuridad, miedo, deseo de lente.

Pero esto no solo le ocurre al ojo, sino también a la lente. Ella espera paciente que el ojo la recoja y la coloque a su lado. Que ella sea también parte de él. Lo ama con la mayor fuerza que pueda tener su espejo, su ser, pese a que sea poca por ser inerte. Espera paciente toda la noche, ya que no duerme, y si lo hiciera, soñaría con el ojo. Cada día lo pasa junto a él, y disfruta de su compañía, de su calor o su frío, de su perfección, de no moverse en exceso porque está apoyada, y también de que ayuda a su querido.

En el momento en el que se unen todo parece estar en orden. Todo fluye. Hay visiones que en pocas ocasiones pueden presenciar sin rescisiones. ¿Y por qué? Porque la mayoría del tiempo se pasa frente al teléfono, limitando el paisaje que ese extiende sobre su espalda, atrás, detrás, perdido en el paraíso y sin un menor atisbo de identificación. Solo se traslada la mirada de pantalla a pantalla, se juega con las perspectivas de mayor o menor tamaño. Se pierde el disfrute, el verdadero significado de la lente y el ojo, aunque a ellos no le importe.

Entonces llega el instante de placer. El ojo mira lo que debe mirar. Letras. Letras y más letras. Aglomeradas en una página, ordenadas con un sentido que le da la misma satisfacción que su lente, la que le ayuda a poder presenciar la belleza. Lente y ojo se fusionan con la finalidad de disfrutar durante unos minutos al final del día de estos conjuntos de palabras que componen su sentido de existencia en este mundo. Que componen su amor, que componen el porqué de que leamos.

El amor entre lente y ojo vive y perdura para siempre, se mantiene fogoso, sin perderse, porque en pocas ocasiones podrán dejar de estar juntos. La lente se sentiría sola, y el ojo la necesitaría para tener compañía y vivir en el mundo digital, o mismamente para conectar con las páginas nocturnas. Por ello solo la noche los separa, los convierte en distintos, en diferentes.

La tecnología los une, pero hace que su amor vaya desapareciendo. Y es que cuando el ojo comienza a ver difuminado el paisaje que tiene a sus espaldas y la pantalla que tiene debe acercarla en exceso, se rompe la fusión, se rompe el amor. Su mundo se convierte en un nada, en un cúmulo de vívidos colores que se traducen en blanco y negro. No hay sentimientos, no hay paralelismo entre dos formas que un día se sintieron uno mismo. Y ahora se necesitará una nueva lente, que se compenetre con el ojo, que lo lleve a sentir el máximo amor que se haya leído, escrito o visto''. 

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