Relato número 3: La Casa de las Habitaciones

-'Vamos tío, corre, que no lo hacemos.'

-'Lo tengo, ya está, vamos a acabar.'

-'Dale, dale'.

-'No tengo ni idea de cuál es el código'.

-'Tío solo quedan diez segundos, esto se acaba. ¡JODER!'

(El reloj suena y se apagan las luces, es su final)


.-.

Estos fueron los momentos finales de aquella pareja que se adentró en la habitación de uno de los comandos de la Segunda Guerra Mundial por motivos que a nadie le convendría saber. Estos fueron los últimos instantes de unas personas que habían dado todo por encontrar el secreto que allí había escondido, el que los había llevado a viajar a Berlín, al año 2015. 

Lo cierto es que, nada más entrar, ambos se dieron cuenta de que había problemas, de que no les iba a ser fácil descifrar el tremendo enigma que la historia les había preparado. Un piso sin apenas luz, con un par de chaquetas nazis colgadas, una cocina improvisada, e incluso varias cajas sin sentido, componían dicho espacio. 

Nadie hasta el momento se había atrevido a adentrarse en tales escondrijos, en lugares que ningún ser humano hurgaría por mucha curiosidad que tuviese. Sin embargo, ellos fueron valientes, y como detectives que eran, cumplieron con su trabajo y pidieron el viaje más duro de sus vidas. El viaje del que nunca podrían salir. 

No había apenas una sola pista de lo que podría haber sucedido con aquel comando. Solo una serie de fichas de identificación y cajas respondían a preguntas sin aparente solución. Entonces, el chico se apoyó sobre una caja y esta sonó. Había que activar un mecanismo, al parecer, para que esta se abriese. La chica le ayudó, pues su maña era insólita, y, juntos, consiguieron encontrar una misteriosa forma de avanzar en el caso. 

A ambos les temblaba el pulso, pues ninguno quería lastimarse ni salir con secuelas de aquel lugar, pero, pese a todo ello, arriesgaron y buscaron por todos los recovecos. Se fundieron como si fuesen uno y se sintieron el uno más cerca del otro. Era el compañerismo hecho persona, y, sobre todo, enamorado. 

Paso a paso, huella tras huella fueron descubriendo lo que les deparaba el futuro. A veces sus decisiones eran adecuadas, y otras no, por lo que les costó encontrar los siguientes puntos de control. En realidad era una carrera contrarreloj en la que el tiempo pasaba como si en el cielo se estuviese. Era una máquina temporal lo que estaban viviendo, era, casi como una ilusión. 

Pero claro, todo tiene sus puntos negativos, y la noche llegó demasiado pronto. Fue entonces cuando el fervor de esta penetró en sus mentes y les hizo explotar de tanto pensar: 

-'Vamos tío, corre, que no lo hacemos.'

-'Lo tengo, ya está, vamos a acabar.'

-'Dale, dale'.

-'No tengo ni idea de cuál es el código'.

-'Tío solo quedan diez segundos, esto se acaba. ¡JODER!'

(El reloj suena y se apagan las luces, es su final).

La chica del negocio abrió la puerta y les preguntó por la experiencia. Ellos contestaron que habían pasado uno de sus mejores momentos. Había sido, ante todo, algo nuevo en sus vidas, pues habían jugado a ser detectives.

Es esto lo que vivió la pareja que se adentró en La Casa de las Habitaciones, un divertido laberinto de pistas que puede encontrarse en varias zonas de España en las que la diversión está asegurada.



Aquel día, Trevor durmió feliz. Había descubierto su nueva pasión, algo que llevaba demasiado tiempo debajo de él.

Comentarios

Entradas populares