Llegarás a otro lugar mucho antes si corres más con el coche


   



Son tres carriles de lo que disponen los vehículos para llegar de un tramo a otro de la carretera. Se encuentran limitados todos a una velocidad de 80 Km/h. El miedo del radar, extendido en la sociedad, parece ser suficiente como para que las personas no corran y dejen así de poner en juego sus vidas. 

Circulamos a unos 78 Km/h, bordeando la línea de máxima velocidad, incluso llegando a traspasarla en ciertas ocasiones, y el resto nos pasa. Se pega a nosotros, nos mira, y, sin intermitente, nos adelanta.

Seguro que habrá personas que se sientan así, que se vean obligadas a acelerar cuando el carril es solo de un sentido, a salir antes de la rotonda porque algún que otro ser humano inteligente del caché de Martin Baron se quiera adentrar después y cierre el paso. Seguro que habrá personas que eviten accidentes de tráfico, y seguro que habrá otras que no.

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En sí, el problema no reside en estos seres sumamente inteligentes, que tienen bien claro que llegarán a otro lugar antes que nosotros, sino en la forma en la que han olvidado las normas. Y es que, ya se ha demostrado de sobra que como conducen los ciudadanos de un país determina la cultura que este ostente. 

Ser prudente en la carretera es símbolo de ser estúpido, y quizá muchos pensarán que el redactor lo sea. Ser prudente es ser un ‘pisahuevos’, un ‘atontado’, un ‘novato’, pero nunca una persona con ‘dos dedos de frente’. Sin embargo, ser un ‘cagaprisas’ es la auténtica leche. Todos los ven como una ayuda para que el tráfico circule, para que aligeremos un poco y así no lleguemos tarde al trabajo porque hayamos dormido 10 minutos más esta mañana.

Estos mismos son los que, por desgracia, llegan a estar entre la gran parte de los 1.810 fallecidos por accidentes de tráfico, y, sobre todo, entre los 102.362 accidentes acontecidos en la carretera durante el 2016. Sí, solo muere el 1%, pero el sobrepasar el límite de velocidad aumenta el riesgo de forma impresionante.

Es la típica cantinela, aquella que están hartos de escuchar los que respetan, y que los que no siempre tienen en la cabeza como algo pasajero. Por ello, precisamente, es todavía más peligroso. Hacerle menos caso aún provoca que esta situación se nos vaya de las manos, que la normalicemos y que veamos que llegar antes es la prioridad.

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Para colmo, no solo nos quedamos aquí, sino que somos tan increíblemente buenos con nuestro cerebro que nos dejamos manipular por aparatos del tamaño de nuestra mano. Estos merecen capítulo aparte, pues mirar el Whatsapp en el coche se ha convertido ya en algo tan común como criticar al pueblo catalán.

Afortunadamente, todavía existen personas que respetan, que saben que las normas están para cumplirse, y no para hacer la vista gorda. Todavía hay personas que son sumamente estúpidas y que pisan más huevos que un gallo, y que, además, no critican a los catalanes, sino que entienden su malestar al comprender la teoría de la Espiral del Silencio.


Afortunadamente, todavía existen personas que saben que el resto llegará más rápido a su destino, pero que ellos llegarán seguro. Puede que esto les conduzca hacia la vida y al resto hacia lo que ignoran. 

Imágenes obtenidas de youtube.com. 

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