Relato Número 15: ''Palacios en la arena''

Fotografía de un escultor de arena en Torremolinos

''El retrato de turistas paseando por una playa luce bajo el ocaso del Sol a las siete de la tarde de un jueves cualquiera, de uno en el que las nubes tiñen el paisaje y rompen con la armonía del calor de los tres meses de ilusión. Algunos se paran, otros siguen sin pensarlo, pero los que quieren ser curiosos no salen del asombro. 

Ya son varios los días en los que lo han visto, cada momento en un punto diferente de esa orilla situada en la zona oeste de Málaga. Siempre con un tesón incansable, dejándose la piel, y algo más, por proporcionar un retrato adecuado de lo que muchos denominan vida. 

Nadie conoce su nacionalidad, ni siquiera si sabe algo más en español que dar unas tranquilas gracias y seguir trabajando con tesón, buscando crear su particular muro de La Última Cena, pero en este caso en la catedral más preciosa de España: en la playa. Nadie sabe la intriga que esconde lo que allí reproduce cada uno de sus días, cada una de sus noches, cada hora que acontece. Solo un conjunto de monedas pueden ayudarle a subsanar un gasto que es mínimo, aunque incalculable en materia de tiempo. 

Sin embargo, nosotros siempre nos preguntamos qué importa la cantidad de dinero cuando crea vida. 

Sí, él nos da vida a diario, nos baña con su ilusión y nos produce en nuestro interior la satisfacción de estar acompañados por humanos. Cada mañana dispone las primeras partes de arena para poder crear nuestro particular lugar de residencia, para que vivamos como merecíamos hacía años. Es de lo único de lo que estamos seguros, de que siempre nos trata con esmero, queriendo construir una vida que para nosotros no existe. 

Lo único que deseamos es que esos turistas que pasean por la playa nos observen, para que así él pueda sentir que su trabajo está bien hecho, que parece que vivimos en un cuento de hadas. Porque es para ello por lo que trabaja. Igual que un funcionario lo hace para arreglar papeles de cualquier tipo, un policía defiende al ciudadano, un profesor enseña y el médico o el enfermero curan, él, escultor, despierta sentimientos en las personas. 

Pero claro, probablemente volverá a aquel centro donde siempre pasa cada noche. Nos acurrucará en sus sábanas y nos guardará con cariño. Fuimos sus primeros muñecos, siempre le hemos acompañado. Por ello, siempre le estaremos agradecidos de que nos brinde a diario uno de sus palacios en la arena''. 

Este relato se encuentra dedicado a todo aquel que plasma en las playas malagueñas su arte sin recibir mayor recompensa que una serie de monedas al final de una larga jornada. Esto es arte, al igual que lo es la música, la literatura o la arquitectura. Es arte, y debe ser reconocido como lo que es, aunque para otros tenga un significado más profundo. 

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