Relato número 12 - ''El corredor y el guitarrista''

Fuente: Archivo de la NASA. 

'Son las 21:00. Me siento en el banco de siempre. Coloco mi bolso a la izquierda, como cada día cuando la noche cae y el mundo empieza a relajarse. Sé que todo el que pase por delante de mí pensará que lo hago por ganar algo de dinero, pero eso ya no me importa. Solo quiero escucharme, sentirme, tocarle a aquello que algún día estuvo y se fue. 

Son las 21:24. Bajo desde Jarapalos con cierto aire frío. Llevo las llaves colocadas en la muñequera de mi club de deportes y pienso en que quizá se me está haciendo un poco tarde. Aun así, sigo relajado. El kilómetro me está saliendo a 4:55, por lo que estamos dentro de tiempo. Espero a llegar al punto del octavo 1.000, donde me encontraré al señor de cada día de entrenamiento. 

Hoy es jueves. Me siento bastante bien y mis manos fluyen. No sé qué sería de mí sin esta pasión que me envuelve. El arte es algo que nos absorbe y nos permite dejar lo que verdaderamente tenemos en nuestro interior. Mi guitarra es mi arte. Solos ella y yo podemos crear lo que nos haga falta, y no necesitamos nada más. Me gusta su estilo, su forma de quedar apoyada en mi regazo durante esta hora en la que conecto con el final de mi día. Algunos lo hacen con ocios varios, yo lo hago con ella. 

Suena de fondo el programa de radio que cada jueves me pongo en caso de que el lunes no haya podido salir a entrenar. Me importa poco salir más de dos días en semana, pues ya pasé la época de entrenamiento fuerte. Cada vez aprieta más el verano y se hace más duro poder disfrutar tanto como cuando el frío azotaba. Sin embargo, sigo amando esas zapatillas, esas que me conectan mi yo con el resto del mundo cuando me aíslan de él. Solos ellas y yo podemos imaginar lo que queramos. Podemos incluso crear arte, de una manera un poco extraña, pero podemos. 

No canto. No suelo cantar. No me gusta mi voz. No sé ni siquiera si tocaré bien a mi fiel compañera, pero tengo muy claro que no me importa en absoluto. Solo quiero sentirla de nuevo. Hace 24 horas que lo hice y necesito volver recordar el porqué de que cada noche me coloque en este lugar. Hace tanto tiempo que coloco esto en mi vida cada día que ni siquiera consigo recordarlo. Los quehaceres maquillan todo lo que nos ocurre, pero esto no me lo ha anulado ninguno. Y creo que se debe a una razón clara. Lo hice por otra ella, por esa mujer por la que un día besé en el banco en el que me siento. 

Escalones. Cuestas. Menos mal que Alhaurín es toda bajada, y que puedo descansar cuando ya he subido esos 150 metros de desnivel, que serán pocos para algunos, pero para mis piernas ya hay bastante. Me gusta completar 11 kilómetros y 100 metros, distancia justa que cubro desde casa hasta la entrada a Jarapalos. Es curioso que siempre doy la vuelta en el mismo lugar y llego al mismo emplazamiento. Sin embargo, es más curioso aún que siempre acabo viendo al mismo tipo de personas. Se sientan en su silla en los bares próximos al centro de la localidad. Otros cierran sus tiendas. Algunos pasean a sus perros. Solo uno toca su guitarra. Hoy, otra vez. 

A las 21:36 todavía sigo tocando. Miro el reloj y a la señora que pasa por delante mía con un pequeño perro vestido de invierno. Es mayo ya, pero creo que le importará poco, siempre el materialismo es más atractivo. Al lado de ella, un padre de familia se monta en coche mandando una nota de voz en la que comenta que 'compra el pan y va directo a casa'. Dado que me gusta observar, sigo mirando al frente. De repente, aquel chico de la gorra me estudia con detenimiento mientras corre. Levanta su pulgar. Sonrío. Otra vez.' 

Compartir pasiones. Quizá todos tengamos alguna pasión. A todos nos cautiva algún aspecto de la vida. Puede que sea salir de paseo a cierta hora, contemplar un lugar especial cercano a nosotros, e incluso pensar mismamente en aspectos imposibles de nuestra existencia. Todos tenemos algo en común, y es que destilamos pasión por aquello a lo que amamos. 

Trevor era consciente de ello. Sabía perfectamente que saludar a aquel señor no era más que un gesto de unión, de compañerismo, de compresión. Todos somos humanos, todos tenemos pasiones. Reconocer las del resto es lo más adecuado que podemos hacer. 

Porque puede que algún día ese guitarrista corra, y que ese corredor sea guitarrista. 

Comentarios

Entradas populares