Carroll y su jugada en la Super Bowl

Hablamos de finales abstractos, finales totalmente irrepetibles que llevan a trofeos encargados de cumplir los mayores sueños de jugadores que dejan toda su vida por un deporte. Hablamos de conquistas de campeonatos americanos que nos llenan totalmente nuestra emoción, pero entre todo esto que hablamos hay algo muy importante que muchos no tienen en cuenta: el entrenador que hay detrás.

Es simple, lo que él diga es lo que hay que realizar. Tan fácil como que un equipo puede pasar de tener en su mano la gloria a terminar totalmente desvanecido en una temporada que parecía ser invencible. Sí, nos referimos a Seattle Seahawks y a un debate que ha envuelto a América durante esta última semana, como ha sido el desenlace de la pasada Super Bowl XLIX. Tal y como ya se sabe, los Patriots de Brady desmontaron a los campeones de la pasada edición y acabaron con las oportunidades de igualar el récord de los de Massachusetts que la ganaron en dos ocasiones hace diez años. Sin embargo, en el interior de los cuatro pases de Touchdown del MVP de la final, existe un matiz que podría haber destrozado cualquier esperanza de alzarse con el Vince Lombardi. No me repito ni quiero hacerlo, pero como ya se sabe: todo cambia en un segundo, y en ese momento pudo haberse dado el caso. 

Escasos minutos le hicieron falta a los 'Hawks' para que un Russell Wilson, que tenía una auténtica eternidad para sacar jugado el balón en el 'pocket', aprovechara la enorme motivación de sus receptores, los cuales tuvieron un enorme día, y lanzara el pase que hubiera marcado el punto de inflexión. Yardas y más yardas recorrió aquel óvalo que tras rebotar tres veces en Jermaine Kearse acabaría a diez de la línea de gol y de la victoria. Aquí se parte el encuentro, aquí es el momento en cuestión en el que se llega al corte que marca algo tan claro como es ganar o perder. Lynch avanza unas cuantas yardas y se queda a una o dos del TD. Con 2nd & Goal, cualquiera puede pensar que lo más normal es avanzar vía carrera y luego jugarse el pase, ya que al ir cuatro abajo no se podía intentar el Field Goal. Cualquiera menos Pete Carroll. Aunque más tarde declarara que en el momento que la jugada salió mal se arrepintió, es casi imperdonable, por no decir completamente, el arriesgar con algo tan difícil de llevar a cabo y tan fácil a la misma vez.

Esta decisión tiene dos formas de entenderse. La primera se centra en el aliciente de la manera tan efectiva con la que se estaban efectuando las recepciones de los Wide Receivers en Seattle, llegando a coger pases que jamás habían agarrado los Matthews, Kearse y demás. El otro puede centrarse en el nerviosismo que lo lleva a arriesgar el envío hacia un jugador como es Lockette, que no proporciona tanta seguridad como lo podría haber hecho Lynch al hacer de receptor como tantas veces lo había hecho durante esta temporada. Con una ocasión más en caso de que no saliera, el mejor corredor de la NFL podría haber convertido los seis puntos del desnivel. 

Por otro lado, no hago hincapié en otro de los factores que a mi juicio es igual de importante que el fallo del entrenador: la defensa. Una enorme defensa de New England durante todo el partido pudo nivelar el desequilibrio que planteaban los pases conectados por Wilson en varios momentos determinados que significaban un antes y un después en cada cuarto. Además, alabando la intercepción de Malcolm Butler, destaco que su posicionamiento y su manera de leer el pase es totalmente propia de un profesional con mucha más experiencia que sus 24 años y su primera vez en realizar este tipo de 'turnovers'. 

Ante la negativa de ofrecer el dominio a Marshawn, Carroll nos dejó la que el evalúa como la peor jugada en la historia de una Super Bowl y la que le privó de obtener el récord de ganar dos campeonatos universitarios seguidos para luego conseguir dos en la National Football League. 

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