'Ali Bomaye'

¿No parece curiosa aquella extraña sensación de tenerlo todo perdido? ¿No parece extraño aquella curiosa sensación de mirar como un hombre de casi dos metros se planta delante tuya y te deja bien claro lo que va a hacer contigo? Pues sí, ambas lo parecen, pero no para Muhammad Ali.

No me centro en un tema concreto, no hablaré de una vida que todos conocen y que estuvo marcada por la fuerte segregación racial en Estados Unidos durante la época de los setenta. Simplemente me remito a la prueba más evidente de bestialidad que nos deja el mejor boxeador de la historia. El pasado miércoles se cumplían 25 años de la primera caída de Mike Tyson en aquel estadio de Tokyo ante James Douglas, pero antes de Tyson hubo otro hombre que desafió las leyes y terminó cayendo, no solo en un combate, sino en toda su carrera. 

Cuando entras en los caminos de Dios la cosa se empieza a poner fea, eso mismo debió pensar Don King cuando vio a toda Zaire vendida ante la figura del enorme Cassius Clay que cargaba a sus espaldas 32 duros años que servían para poco más que para dar forma a las apuestas de una masacre al 'Rey del boxeo'. George Foreman de 27 años tenía un historial impoluto de cuarenta victorias y cero derrotas, algo atónito e impresionante que caería aquel 30 de octubre de 1974. Posiblemente existan eventos extraordinarios como aquella Super Bowl de Joe Montana ante los Bengals en la que una fuerte nevada en USA obligó a los ciudadanos a residir en sus viviendas y disfrutar de ella, otros como aquella final de los Juegos Olímpicos del 'Dream Team' en el que Michael Jordan relucía como principal estrella, pero ninguno como este.

Si me equivoco pido disculpas. Esta lucha es bestial en cada uno de los aspectos tanto técnicos como tácticos. Es bestial el planteamiento que realiza 'Ali', es bestial la manera en la que Foreman empieza a ablandarlo hasta que se da cuenta de que acaba de darse un tiro en el pié, es bestial la salida de las cuerdas de Cassius emulando a una cobra que se dispone a atacar. Todas y cada una de las pautas son bestiales. Durante el transcurso Muhammad se 'tumba' sobre las cuerdas esperando el cansancio de un George que no cesa de dar golpes y golpes, siendo muchas veces rechazados por grandes impactos con la mano izquierda de su rival. Se acerca a la perfección la burla que desquicia al campeón por parte de Clay diciéndole que era la cosa más débil con la que había luchado jamás.

Puño tras puño se llega al punto de inflexión. Un cara a cara que tuvo que ser pospuesto para un mes después por la brecha en la ceja de Foreman en un 'sparring' acaba en el mejor desenlace posible. Ali carga el golpe. Por suerte la bondad aparece reflejada en un cerebro que al combinarse con sus ojos da lugar a la imagen de un gigante cayendo al suelo del cuadrilátero. Da lugar al único defecto de esta lucha, da lugar al final.

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