Relato número 11 - Sombra del recuerdo

Fuente: http://www.fondos12.com. 

'Nadie quiere nada que no sea estar cerca de mí. Soy popular. Me siento feliz. Creo que soy el más inteligente del mundo, porque consigo hacer que todos se rían. Me encanta esa sensación de jugar con el cerebro de las personas y parecer superior. 

Creo que eso que tengo ahí enfrente es algo duro, espero poder llevármelo a la boca para ver cómo sabe. Me encanta saborear también eso que el resto siempre me quita. Es detestable cuando eso ocurre, porque todos piensan que es algo raro, y yo solo quiero lamerlo para saber qué diantres estoy viendo. 

Siempre cuento esas cosas cuando la gente me pregunta cómo estoy, o me mira a la cara riéndose como si fuera algo especial, como si fuera un muñeco o algún tipo de alteración genética de un oso de peluche. Soy lo que soy, no lo que ellos quieren que sea. Bueno, a veces sí. 

No me gusta cuando todos se giran hacia mí y me quieren subir. Desde arriba veo el suelo demasiado lejos y me tiemblan los pies. Todavía no se dieron cuenta de lo que se puede sufrir cuando a uno lo colocan a tal distancia. En cualquier caso, lo curioso no es solo eso, sino que también suelen proponerme que alcance aquello que me cubre la cabeza y parece que se me caerá encima. Como si fuera un juego. 

El caso es que la noche me gusta. Me gusta dormir. Cuando duermo aparecen cosas extrañas que no suelo ver durante el día. Hay veces que voy a bosques encantados, a sitios que no sabía ni que existían. A veces, las caras son conocidas, otras veces son de color negro, pero cuando me levanto ni siquiera sé si habían sido caras o galletas. 

Otra cosa que también me gusta es mirar eso que llevan los otros en sus manos, que miran atentamente, que siempre están utilizando con sus dedos. Tenemos cinco dedos en cada mano (tres son para eso, creo). Nunca paran de mirarlo aunque alguien esté mal a su lado, porque debe que es un objeto tan importante que no pueden despegarse de su ser. 

Yo a veces he cogido esa cosa, y me parece que los dibujos que salían no me gustaron demasiado. Ahora que he aprendido a andar, creo que podré aprender a manejarlo también. Mis padres siempre me regañan si me ven con eso. ¡Pero qué malo tiene hacer lo mismo que ellos! 

Bueno, de eso es de lo que me acuerdo hoy. Como ya he dicho no me acordaré mucho mañana de lo que haya soñado, ni tampoco en unas semanas de lo que estoy contando. 

Qué más dará. Para tener dos años me expreso bastante bien. Ojalá pudiera contarle esto a los que están delante mía'. 

Trevor se extrañó y miró a su nieto, que estaba a su lado después de que sus padres lo hubieran dejado allí. ¿Pensaría así un bebé? Era cierto que él no recordaba nada de esos momentos, más que instantes puntuales. Le daba miedo pensar que la vida fuera así, es decir, una sombra del recuerdo. 

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