Los que mantienen esta Tierra - Crítica Los Pilares de la Tierra

Observo la Catedral de Colonia, el monumento que más me ha recordado a esta obra. Un regalo poder haberla presenciado cuando estaba finalizando la lectura. 

Tras finalizar la segunda lectura de una obra de Ken Follett, uno se hace varias preguntas. La primera que yo me hice fue si todo lo que nos estaba contando el narrador era o no cierto. La segunda fue que si lo era la mayoría, cómo el ser humano podía ser tan cruel. 

Los Pilares de la Tierra es uno de esos libros temidos por los lectores, o, en mi caso, por los no lectores, que todos creen imposible de terminar. Sin embargo, una vez que lo empiezas, tienes que acabarlo, porque este te consume. Tal vez sea un relato lento, con pausas dolorosas sobre guerras y otros aspectos, pero realmente es el puro espejo de la realidad de la Edad Media, una construcción de la Inglaterra del siglo XII que no aburre. 

Aun así, sigo pensando que la mejor manera de hacer entender una obra es plasmando los puntos que más interés me han suscitado, pues he aquí la magia de cualquier escrito. 

Sexo, sexo, y más violaciones 

Tal vez cometiera un error Follett y decidiera arreglarlo con ese deseo carnal de Un mundo sin fin, pero lo que está bien claro es el hecho de que a todos se nos queda el mal sabor de boca de las violaciones. El derecho de pernada de un señor no es nada nuevo, pero en esta obra se lleva a tales extremos que incluso podemos llegar a presenciar muertes por violar a una simple chica. El control del hombre está completamente roto, nadie tiene poder sobre aquel que quiere hacer daño a una mujer, y todo el relato, en realidad, gira en torno a este aspecto. 

Aliena es una joven violada que vive toda su vida pensando en este episodio. Incluso cuando su violador es ahorcado, le llega un sentimiento de culpabilidad, ya que es incapaz de sobreponerse a la fobia que la invadía durante tantos años. Como ella se nos presentan muchas más, muchas que no ceden por ellas mismas, y que temen que un señor las termine desflorando y manchando su vida para siempre. 

Desde luego, es un punto bastante fuerte de la historia. 

El poder del poder 

Cuando Pablo Escobar se llenó de dinero hasta el estómago de su cuerpo, enterró millones de dólares en el bosque y los almacenó en casas, solo le quedaba una cosa por conseguir: el poder. Eso mismo lo terminó destruyendo, al igual que al bueno de William y al odioso Waleran. De nuevo, tanto la Iglesia como la nobleza son criticadas hasta el punto de ser vistas como algo meramente cómico. Todos se pelean por escalar posiciones, por ser mejores, pero lo que termina imponiéndose es la bondad, la sinceridad y el saber escuchar y respetar a tu compañero. 

Philip no es más que un simple prior de una ciudad sin alma, pero tiene en contra a señores bastante poderosos que desean destrozar su vida. Aliena parte de la pobreza en su segunda vida, y escala posiciones sociales, estableciendo un gran símil con Caris en la segunda parte de la saga. Jack es un simple tallador, un chico del bosque, sin nada, que se sube a lomos del oro máximo y que termina siendo respetado por una ciudad que estuvo al borde de rechazarlo. 

Esta obra deja bien claro que el poder lo tiene aquel que lucha con sinceridad y que no busca romper los esquemas de una manera ilegal. De esa forma, lo único que consigue aquel es perder ese poder. 

Un hijo de... que siempre debe aparecer 

Siempre debe existir un personaje que rompa con lo establecido. Como fan de The Walking Dead no se puede olvidar al Gobernador o a Negan. En este caso, tenemos a un William Hamleigh que da un regalo al lector cuando muere. Su vida, plagada de traición y actos desdeñables, no es más que algo que debe acabar pronto, y, por lo tanto, el ahorcamiento es la forma más justa de que se marche al infierno que tantas veces Philip prometió para él. 

Paralelismo para los ancestros 

Impresionante, por cierto. El caso es que cuando el libro comienza lo hace hablando de los chicos que se reían por la muerte de Jack Shareburg (o Cherbourg), y cuando termina, hace lo propio con la de William. La justicia ha estado presente, en este caso contra Percy Hamleigh, el padre de William al que Ellen maldijo, así como contra un Waleran Bigod que terminó como un auténtico sometido al poder de Kingsbridge. 

Es uno de esos momentos inolvidables que dejan ver la profesionalidad del narrador. Follett cierra el círculo del relato y deja bien claro que la obra ha colapsado. Pocos crean tal atmósfera en un conjunto de más de mil páginas. 

Tú te diste tu catedral 

Cuando Tom deja la herencia a Jack, este le agradece haberle regalado una construcción como tal. Sin embargo, nada de ello hubiera podido ser factible de no ser por la idea de él mismo cuando era un simple joven. El incendio que provocó fue el detonante de toda la historia, la forma de crear los pilares de esta tierra, de este mundo, los que sustentan la sociedad. 

Y es que, aquello que Ken nos quiere decir es que esta sociedad la sustenta el poder eclesiástico y el poder económico. Esos son los pilares de la Tierra, los que sostienen al mundo, pero no debemos olvidarnos de que estos pilares tienen su sitio porque el pueblo los crea, porque personas como Jack crean catedrales, otros como Aliena se enfrentan a los poderosos, u otros como Ellen maldicen a la Iglesia y establecen un modo de vida sin prejuicios y sin preocuparse de la opinión pública.

Todos construyen la Tierra, y forman sus pilares. 

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