Hola de nuevo, Alfredo

Entre un abrumador y atormentador día a día de pensamientos que me dejan atónito, tomo mi portátil y recuerdo que hoy, hoy es 7 de julio. Hace cinco años que Puyol nos hizo vibrar a todos con aquel gol que ni el mismísimo Carles vio como entraba. Hace cinco años que fuimos muy grandes todos los españoles, llegando a una final soñada por medio mundo, porque el otro medio sería para Holanda. Pero, sí, es 7 de julio, y nada es más triste que eso... Porque además de este recuerdo, hoy se cumplen 365 días desde que Alfredo Di Stéfano nos dejó, nos dejó para marcharse y no regresar.

Sí, sé que jamás te vi jugar querido amigo, sé que tal vez no sea nadie como para poder contar todo aquello que hiciste sentir a un Real Madrid que empezaba a forjarse como lo que es actualmente, pero seguro que te echo igual de menos que todos los madridistas veteranos. He visto vídeos, reportajes, partidos, sin embargo, nunca en tu plenitud, nunca he podido disfrutar de tus Copas de Europa ni de tu enorme capacidad para desbordar a contrarios, nunca. Puede que provoque cierto clima negativo, e incluso que sea difícil intentar recordar aquello por lo que de verdad llegaste a ser algo tan grande en el planeta futbolístico, pero Alfredo, hoy es tu día. 

No voy a narrar una de esas leyendas, tampoco contaré nada acerca de tus malentendidos, simplemente intentaré resumir lo que significó que un maestro como tú se marchara aquel 7 de julio de 2014. ¿No había mejor fecha? Viste como Argentina avanzaba poco a poco hasta una final que desgraciadamente perdió, cosa que desde que Maradona no se vestía de corto no miraste. Creo que faltaste en aquel equipo albiceleste, aunque cuando aún te calzabas las botas decidieras hacerte el líder de la selección española sin poder gozar de mucho logro en competiciones mundiales. Miro en antiguos recuerdos, en revistas que nadie se le ocurriría mirar, y puedo observar que eras el mayor genio que ha existido y existirá jamás. Admiro a Pelé, a Cruyff, a Ronaldo, pero ante todos ellos emerge tu figura, la de un verdadero señor. 

Fuera de cualquier tipo de análisis táctico minucioso y desmenuzado, quería decirte que para mí cambiaste el fútbol, lo hiciste nuevo, lo convertiste en eso, en fútbol. La manera de abarcar todo el campo, de sacar el balón jugado desde atrás, de poner una marcha más cuando el equipo lo necesitaba, de cargar con todos a las espaldas, de marcar goles como si tus preciados zapatos se trataran de cañones, eso era ser Di Stéfano. Eso era lo que te distinguía de los demás, esa particular manera de jugar tal y como en la vida real eras, esa particular forma de ser como jugabas. 

Repito, jamás pude conocerte, cosa de la que no me arrepiento, porque así puedo disfrutar al completo todo lo que fuiste. La firma que Don Santiago Bernabéu te ofreció allá por 1953, fue la firma del contrato del madridismo, al menos la mía. Gracias a ella vivo con fuerza lo que es este deporte, gracias a ella pude ver cuán increíble eras, eres y serás. 

No sé, no lo sé la verdad, ni quiero saberlo. No me quiero preguntar el por qué de esta pasión que transmitías a tus seguidores, pero si quiero que sepas que puede que sea la misma sentida por los de hoy. Hoy 7 de julio, me levanto de nuevo, miro al frente y, ahora sí, puedo reflexionar sobre aquel que un día lideró el Olimpo de los dioses, sobre aquel que tu simbolizabas, sobre aquel cuya sombra quedó grabada en el césped de Chamartín.

Comentarios

Entradas populares