Fanatismo y recuerdos: La cuestión sin una solución más que el amor

Cuando una persona reflexiona acerca de aquello que puede o no llenarle lo máximo posible su vida, suele proceder al pensamiento más común de todos: el intentar asimilar el fanatismo que tiene sobre un ser, institución o disciplina. Existen varios mundos como el de la música en los cuales es normal ser testigos de sucesos como estos, donde la mayoría de los fans acaban llorando por sus ídolos en el momento que lo escuchan hacer aquello por lo que son reconocidos. Sin embargo, en otras como el deporte, esta unión entre aficionados parece no existir para nada. Es por ello que muchos se preguntan el por qué de que algunos den aquel tanto de Maradona a Inglaterra en 1986 como el mejor de la historia, y otros vean aquel Touchdown de Dwight Clark algo para los restos. La respuesta es casi imposible de elaborar, pero puede quedar derivada en una larga serie de distintos parámetros que nos ayudan a ello.

Por suerte, todo amante del deporte tiene en mente ciertos episodios que pudieron cambiarle su vida. El mío, concretamente, queda basado en el primer Wimbledon de Rafa Nadal cosechado en 2008, cuando Roger Federer sucumbiría en la Pista Central del 'All England Club' ante un genio de Manacor. Ese día sería recordado para siempre además de marcarnos a todos los españoles. Para algunos, tal vez el gol de Iniesta en Sudáfrica lo fuera todo, pero para otros residentes de países como Estados Unidos, la primera Stanley Cup del genio Wayne Gretzky le daría un vuelco a su rutina. Así como el momento en el cual Joe DiMaggio empezó a dar guerra con unos jóvenes New York Yankees, la preciosa carrera de Steve Young amagando el pase hasta en dos ocasiones e incluso las mágicas cabalgadas de Walter Payton con sus Chicago Bears. 


Todos forman un amplio abanico de posibilidades, igualmente que al centrarnos en países del este europeo podemos destacar aquella Yugoslavia de los noventa que la dichosa guerra no dejaría participar en la Eurocopa, permitiendo así la conquista de la invitada Dinamarca,o el gran Estrella Roja de los Prosinecki, Savicevic y Pansev, ganador de la Copa de Europa al Olympique de Marseille. En cuanto a lo que a jugadores se refiere, la calidad de Hristo Stoichkov y George Hagi forman la bandera de esta parte del viejo continente.

Es esto lo que nos lleva a plantearnos la única respuesta imparcial de todas, la que no depende de sentimientos, amores, dolores, odios, disgustos, afición, rivalidad o colores, la verdadera respuesta a esta incógnita de por qué elegimos unos u otros, la verdadera respuesta basada en el amor por el deporte.

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