Historias del periodismo - ''Hay veces que es mejor dejarte la vocación en casa''


Titular de ABC el 21 de diciembre de 2018. - Fuente: Captura de ABC Digital (https://www.abc.es/internacional/abci-personas-heridas-tiroteo-restaurante-viena-201812211409_noticia.html). 

Antes de salir, revisé todos los documentos que tenía que llevar. Para variar, cogí el carnet de periodista. Rara es la vez en la que no lo llevo en la cartera, por si surge algo. Di tú que me encuentro con un famoso por la calle al que acaban de atracarle. Tengo que pedirle declaraciones para mi periódico, o para mi blog, o para vete a saber qué, pero tengo que pedírselas. Así soy siempre que voy a alguna parte. Ya lo decía Fernando González: ‘‘Esto te tiene que correr por las venas’’, y a mí, me corre desde que me caía contra el suelo aprendiendo a andar. Ya te digo. 

            Total, que me planté en el centro de Europa con un certificado que me permitía entrar a cualquier evento que desease, pero solo para hacer mi aburrida tarea de construir un relato lo más acorde posible con la realidad. Y me di con ella.

            Existen momentos en los que estás tan sumamente absorto en el sitio en el que te encuentras, que desconectas de la vida. El viernes había Consejo de Ministros en Barcelona, el jueves se reunían Pedro Sánchez y Torra, y el sábado, bueno, el sábado era sábado, y no había más que fútbol, o dardos, quizá una Lotería de Navidad. De haber estado en casa, la radio hubiera echado humo, y si no, mis consultas a las cabeceras hubieran sido más repetitivas que el anuncio de aquella bebida de color oxidado que te trae la felicidad (o la grasa). Pero estaba en Viena, y estaba viendo palacios, y conociendo a emperadores y emperatrices cuyas vidas eran tan divertidas como la mía. Algo menos, pero por qué no.

            Así pues, me distraje lo que viene a ser demasiado. Me olvidé de la actualidad, y no abrí un maldito periódico, ni una maldita noticia, ni nada que no fuera el Mapas del teléfono para buscar dónde estaba la Biblioteca Nacional. En ese momento, eran las 1 del mediodía. Habíamos recorrido gran parte de un gran, enorme, gigante parque en el que se encontraba, entre otras cosas no identificadas, la estatua de Mozart. Por suerte, no tardamos siglos en dar con ella, sino que nos topamos de frente sin percatarnos, guiados por dos malagueños igual de precisos con las indicaciones que nosotros. El sur es lo que trae consigo. 

            Qué me iba a imaginar yo que entre tanto libro (200.000 ejemplares) iba a esconderse la historia más grande que me había ocurrido jamás fuera de mi casa. No podía creer, ni pensar, ni siquiera figurarme que mientras yo me echaba una foto mirando al techo de la Biblioteca, tenía lugar un tiroteo a escasas calles de donde me encontraba.

            Continué con mi día, y así lo hice al siguiente. Volvía el sábado, a las 5:45 de la mañana, y dormí en el aeropuerto, sin saber absolutamente nada de ello. Jugué con el móvil para matar el tiempo, pero no se me ocurrió echarle un ojo más que a los tres primeros titulares de mi periódico local y los nacionales. Pasaron incluso días, casi una semana, y no conocí la historia. Mi gran sorpresa llegó cuando indagué sobre los presidentes de Austria, en una de esas revelaciones que me suelen tomar por sorpresa y que no me dejan vivir si no las resuelvo.

            Ahí me di de bruces contra la maldita realidad. Esa que no había construido había venido a darme una clase de bofetada que no olvidaría nunca. Y es que, si un periodista desconecta, desconecta del todo. Al leer la noticia de lo ocurrido, constaté que horas más tarde pasé por ese mismo lugar, que mientras todo aquello ocurría me dirigía hacia una bocatería para comer frente a la Ópera. Sin embargo, lo que más pensé, y no dejé ni dejaré de hacerlo, fue en la suerte que tuve de no saber nada de esta historia.

            En ese momento aprendí que por mucho que llevase mi carnet de periodista, seguiría siendo un pardillo. Solo valgo para contar lo que ocurre, poco más. Así pues, por mucho que me corra por las venas el periodismo, tengo que reconocer que hay ocasiones en las que es mejor dejarte la vocación en casa. O no hacerle caso alguno.

Comentarios

Entradas populares