Sobre Toretto, su Charger y otro Fast And Furious

Fuente: Autocosmos.

Ya he saltado al ruedo, ya soy uno más. Sí, después de haber presenciado aquella mítica película que todos esperaban desde hace varios meses, soy un 'Rápido y furioso' más, es decir, un cliente que ve como ya mismo llegarán las naves de Star Wars y Star Trek (eso si tenemos suerte y no vemos alguna de Aliens) para ayudar a Dominic Toretto y los suyos. Chicos, no os dejéis engañar, la esencia está perdida.

Una vez más entro a mi cine y veo cómo multitud de personas pagan por ver si el panorama ha cambiado lo más mínimo, pero no. Yo creía que aquel coche volando desde el Burj Khalifa era lo máximo que se podría presenciar en el cine de 'realidad', sin embargo, en esta entrega hemos pasado el límite de largo... Bien de largo.

En cualquier caso, no vengo a hablaros de este tema únicamente, sino de otros más interesantes bajo mi punto de vista, otros que componen esa parte no vista que muy pocos tienen en cuenta. Así pues, bajen de revoluciones el motor poniendo una marcha alta, porque detrás de tanta ficción hay algo más. (En caso de que no hayan visto la película frenen un poco y metan segunda; hay atasco en la autovía).

En efecto, hay mucho, mucho más, hay tanto que incluso el gran Toretto ha llegado a tener un bebé y a sobrevivir a dos caídas de coches explosionados. Lo cierto es que no sé cómo su familia le deja hacer este tipo de películas tan sumamente arriesgadas y cómo su seguro de vida vive tranquilo. Ah claro, disculpen: es inmortal.

Vin Diesel es uno de esos actores que siempre sorprende, y en esta película, su traición y su supervivencia van más allá, llegando a niveles insospechados en los que nadie se había atrevido a adentrarse. Sus 'cuernos' a Letty, personaje que revivieron a modo de saneamiento y que valió para poco hace un par de años, han sido el eje de una película en la que, sintiéndolo mucho, Elsa Pataky nos ha dejado. Pobre de Bryan, vivir con canguros en Australia hubiera sido una auténtica pasada, aunque a lo mejor le gustará más poner a más de 200 Km/h el Charger de su padre.

Bendito Charger. Bendita maravilla de los dioses que nos brinda Estados Unidos. Ese mágico vehículo que tiene dos versiones en la película (la preciosa y la Call of Duty en la nieve) es una obra de arte al alcance de muy pocos que, sinceramente, me ha hecho salir de la sala con una sonrisa. Tal brutalidad de vehículo deja a cualquiera boquiabierto, pero si a eso le sumamos la conducción que le imprime Toretto, tenemos la mezcla perfecta. Ni siquiera el Lamborghini de Roman llena más que esta máquina de correr. Y es que, un Santo Grial como este no puede ni podrá ser superado jamás.

Dicho lo cual, sigan a lo suyo, creadores de cine de ficción, pero no quiten de en medio a dos bellezas de la pantalla. La opinión la mantengo firme, un fraude de película en lo realista, un éxito en la ficción y en coche y conductor.

*A todo esto, no se sorprendan si ven en la novena entrega corriendo a Bryan Toretto por Corea del Norte, pues, ya puestos, todo es posible.

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